Historia

La "Casa Blanca" comienza a figurar en las cartas náuticas de la época como punto de referencia.

Cercano a 1806 Almagro a través de su administrador Tomás Paredes, en un sitio probablemente ubicado en la costa del río unos mil metros al norte de "la casa blanca" emprende la actividad saladeril, pero no llegó a tener dos años de duración.

En los primeros meses de 1811 y probablemente en la casa de Almagro se reunían algunos adherentes a la Junta Revolucionaria de Buenos Aires. Varias fuentes citan a Tomás Paredes, los hermanos Del Cerro, el capitán retirado Jorge Pacheco, Arbide, Nicolás Delgado, Francisco Ramírez y los presbíteros Silverio Martínez e Ignacio Maestre.

En 1825 Lavalleja mandó trasladar desde Durazno a la costa de Casa Blanca dos cañones desmontados y al llegar, un vecino y antiguo artillero Vicente Virginio se las arregló formidablemente no solo para montarlos sobre ruedas de carreta sino para fundir piezas de hierro que faltaban para su uso. Los mismos comenzaron a hacerse sentir entre el espeso monte nativo sorprendiendo los intrépidos barcos portugueses que acechaban la zona, cuando una goleta de dicha bandera resultara impactada y hasta quizá hundida en el punto donde hoy figura un "barco sin identificar" en la profundidad del río muy cerca de los cañones.

Más tarde, en el sitio donde estaban esos cañones de Virginio, se ubicaron dos más modernos, simbólicos que se encuentran allí actualmente para recordar el episodio patrio.

Cercano a 1832, el francés Pedro Sacriste, casado con una hija de Almagro, instaló un saladero en el lugar donde anteriormente había fracasado su suegro. La empresa duró hasta mediados de la década de 1840 liquidada por un incendio, aunque ya venía con dificultades por la Guerra Grande.

En 1857 Don Carmelo Libaros, unos dos mil metros al norte de la primitiva casa de Almagro, sobre la costa del río Uruguay, frente a la isla Almería instaló un saladero bien montado, llamado "Saladero de Casas Blancas". En marzo de 1890 falleció Carmelo Libaros y el saladero pasó a manos de su hermano Aurelio.

Tiempo después el saladero es adquirido por Don Martín Etchebarne quien logra instalar la primera usina eléctrica de la región y junto con ésta la refrigeración transformando el saladero en frigorífico. Tiempo después sería el mismo Etchebarne quien llevaría por primera ves luz eléctrica a la ciudad de Paysandú que hasta entonces alumbraba sus calles con faroles que funcionaban con kerosene y que habían sido instalados por el Coronel Basilio Pinilla.

En la actualidad el establecimiento es propiedad de Frigorífico Casa Blanca SA lo cual significa la planta que lleva más años de actividad continua de América. El mismo faena, desposta y empaca vacunos y ovinos. Medida por los vacunos, su capacidad instalada alcanza las cien mil cabezas por año. Los productos van dos tercios para exportación a 40 países contando con acreditaciones internacionales para los mercados más exigentes del mundo y un tercio de la producción tiene como destino el mercado interno Uruguayo.

El edificio del Restaurante "La Pulpería" fue delicadamente diseñado y reconstruido por Eugenio Schneider, empresario, filántropo y Presidente del Frigorífico durante más de 20 años, recibiendo allí a autoridades de distintos países, embajadores e incluso Presidentes de la República.

La construcción original data de la mitad del siglo XIX y era el lugar donde se pagaban los salarios del antiguo saladero mediante una ventana con una reja muy particular que aun se conserva en su estado original.

La reconstrucción del edificio y creación del restaurante abarcó una gran obra encomendada al vitralista Español Víctor García Góngora, dicha obra de arte antes de instalarse en La Pulpería de Casa Blanca, fue exhibida en el Museo Torres García de la ciudad de Montevideo.

También la construcción de una cava subterránea con paredes de tierra la cual se observa desde un piso de vidrio sobre el cual se puede caminar en la ante sala principal.

Las butacas del restaurante son una réplica de las que existen en el comedor de oficiales de la "Fragata Libertad" buque escuela de la República Argentina.

La Capilla Santa Ana data del año 1886 y fue construida rindiendo homenaje a Ana Laserre de Libaros, esposa del saladerista Carmelo Libaros figura clave en la historia del pueblo como ya se expresó en párrafos anteriores. Fue construida por los afamados arquitectos hermanos suizo-italianos Bernardo y Francisco Poncini quienes construyeron destacadas obras en Paysandú y en algunos puntos del país. 

La capilla cuenta con una comisión que coordina misas y otras actividades propias de la congregación.

Su altura permite ser vista desde el río al navegar por el río Uruguay frente al pueblo. Por tierra su vía de acceso al llegar a la localidad es a través de la calle Industrias también conocida por Santa Ana y se llega pocos metros después de atravesar una antigua portera doble de sentido opuesto que al abrir ambas permitía antiguamente tropear ganado directamente desde los campos al antiguo saladero.